ES MAGIA



                                         Aquella noche la notó extraña. Comió compulsivamente la tapa de ensaladilla rusa y tragó dos cervezas como si fuera un cantinero de la más baja estofa. Después, cuando él fue a cogerle la mano, ella la retiró. Sin mirarlo a los ojos le dijo que había conocido a alguien y que lo suyo o aquello que fuese que tuviesen había terminado.
Permaneció sentado con la mirada puesta en el vacío de la silla que ella había dejado. Las palabras de ella en su mente se hicieron letanía. Solo reaccionó cuando el camarero le preguntó que si quería la cuenta.
Salió del bar al paseo marítimo y caminó un rato. Se sentó en el bordillo frente al mar y miró a la estatua de la diosa Noctiluca, sin querer se le escapó un porqué…
Un torbellino de aire como el terral lo envolvió en un abrazo cálido. La arena acompañó a la brisa y giró a su alrededor forjando un muro infranqueable. Una nebulosa de brillos plateados surgió del mar y la diosa hecha mujer bajó de su pedestal. Se aproximó y lo besó en la boca. Sus cuerpos desnudos se acariciaron. Abrazos de suspiros acompasados conectaron lo mágico con lo humano y el sortilegio acabó en hecho.

Despertó con el amanecer, abrazado a los pies de la estatua.

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