siguiente parte del relato "kaleidoscopio (en los bordes de la ciencia)

Año 2136

Has abierto los ojos y no reconoces el lugar donde estás. Sentado junto al camastro en el que estás tendido hay un anciano. Te mira con expresión esperanzada. Otro hombre, igual de viejo, está de pie y también te mira. Intentas moverte, pero ni uno solo de tus músculos está por la labor de obedecer  las órdenes de tu cerebro.
            —No te preocupes —ha dicho el que está sentado junto a ti y no has visto mover su boca—.  Es culpa del iridio. 
           —“¿Qué carajo es eso del iridio?  Piensas”—.  
           Te debilita al igual que a nosotros.  Mi nombre es Auron y este es Celidio.
            —Deja de dar vueltas a tu cabeza —dice Celidio—. Deja de buscar donde nos conociste.
Y es cierto, tu cabeza no hace más que dar vueltas. Buscas una explicación. Quizás sea una de esas pesadillas que últimamente tienes, en las que despiertas y no puedes articular palabra.
             —Desde que naciste —continuó Celidio—, sabemos de tu existencia.
Vuelves a intentar reclinarte, ya has escuchado demasiado. Con miedo en tu mirada te preguntas en qué maldito lugar te encuentras y quiénes son estos dos locos. Que quieren de ti. Solo eres un guarda de seguridad. Un hombre convencional, que trabaja y sobrevive como otros en la Gran Colmena.
            —No pierdas fuerzas en intentar moverte, aún pasará un rato hasta que te recuperes.
         —Tenemos poco tiempo —le ha dicho Celidio al otro viejo—. En cuanto perciban que nos estamos comunicando con él, nos apartarán o nos matarán.
La conversación ha continuado. Has podido deducir que la transmisión se efectúa de pensamiento a pensamiento. La telepatía, en tu realidad cotidiana, es un imposible, aunque has escuchado historias...
            —Veo que vas entendiendo —te ha dicho Aurom— nuestra comunicación es telepática. Solo los Oncetarios podemos comunicarnos de esta manera. 
             —“¿Oncetarios?”
Una cascada de interrogantes ha invadido tus pensamientos. ¿Qué es eso de Oncetarios? y que es eso de ¿que solo ellos pueden comunicarse de esta manera? Vuelves a preguntarte que donde estás y es Celidio el que te responde.
            —Estamos en una cárcel de iridio. Deja de preguntarte tantas cosas a la vez.  Solo tienes que escucharme,… escucharnos. Pon atención y lo entenderás todo.
           —Ya sigo yo —le ha interrumpido Aurom—. Esta cárcel, la construyeron los Fracos para nosotros, los Oncetarios que quedamos vivos después de la falsa batalla de los Tres Pueblos. Así la llamaron, aunque en realidad fue un exterminio en toda regla.
Como ya puedes mover alguno de tus músculos, una breve e insinuante risita ha salido de tu boca que también babea un poco. Es imposible no reírse ante semejante historia. Piensas, que por error, te han encerrado en un manicomio junto a los dos locos más locos de todos. Aunque, lo que no consigues explicarte, es porqué consiguen hablar contigo sin mover los labios. El sarcasmo de tu boca ha desaparecido en el momento en que has pensado que a lo mejor, o a lo peor, el que está  loco de remate eres tú.
            —No debes preocuparte por tu salud mental. Abre tu pensamiento y escucha. —comenta Aurom. —En el año 2016, la Humanidad no estaba formada solo por humanos, aunque este dato era desconocido. La Humanidad, como ellos la conocían, estaba compuesta por “Hombres”. Para abreviar, denominaremos “Hombre” a ambos géneros de la especie.
            —No te vayas por las ramas que no hay tiempo, de aquello hace mucho. —Interrumpe Celidio.
            —Tienes razón querido Celidio. A lo que iba. En aquellos años convivían Hombres, Oncetarios y Fracos en un grupo común que denominaban Humanos. Tanto nosotros como los Hombres, vivíamos conjuntamente sin reconocernos pertenecer a una u otra especie. Bien es cierto, que algunos de los nuestros destacaban debido a una serie de “poderes”.  Muchos de nosotros fuimos denominados locos, frikis, o algo peor. Claro que también hubo gente seria que intentaba explicar aquellas cualidades, sin saber que pertenecíamos a una especie diferente. ¿Nuestros orígenes? Esa es otra historia. En este momento no es importante. Lo cierto, es que los únicos que se sabían diferentes eran los Fracos. Sabían que no pertenecían a este planeta, sabían de dónde venían y por supuesto conocían su misión, solapada a lo largo de siglos y en espera de una oportunidad. Y esa oportunidad apareció. Vino a surgir en unos laboratorios de una Universidad que existió en un lugar asombrosamente bello para vivir; la ciudad de Málaga. En aquel Campus de Teatinos se estaba fraguando el experimento que daría al traste con todo lo que era la “Humanidad” en aquel año 2016.
            —¿Por eso vivimos en esto que llamamos la Gran Colmena? —has preguntado.
      —Efectivamente. La tierra fue desolada, dejaron solo unos supervivientes; aquellos que le fueron útiles. Tanto hombres como unos cuantos Oncetarios de los cuales descendemos. Nos mantienen como cobayas, para estudiar de donde vienen nuestros poderes telepáticos y otros que podemos desarrollar de los que nada saben. Solo un Oncetario, descendiente, al igual que nosotros, de aquellos que fueron “salvados”, consiguió escapar. Se camufló entre los Hombres, se unió y vivió con una de  ellos. Eulom era su nombre.
            —Dijiste que fue un exterminio ¿qué pasó? —no puedes creer que estés participando de esta conversación, quizás esto de la locura sea algo contagioso.
            —En aquella Universidad, se experimentaba con una especie de mosca. Un insecto que por aquel entonces arrasaba los cultivos. El experimento consistía en cambiar genéticamente algunas especies vegetales para provocar que la mosca blanca, que así la denominaban comúnmente, no pudiera desarrollar sus funciones biológicas de reproducción. De esta forma, acabarían con la plaga. Pero en aquél laboratorio no se trabajaba solo en eso. Los Fracos, estaban llevando a cabo un experimento paralelo. Perseguían modificar genéticamente a la mosca blanca para que inoculara un virus mortal a los Hombres y a los Oncetarios.
              —Cuando lo consiguieron—continaba Cedilio—, provocaron el pánico en las ciudades y campos, y crearon lo que denominaron “refugios”. En realidad eran cárceles. Los que quedaron fueran de ellas murieron. Pero cometieron un error. No previeron que la mosca, con este cambio genético, también se haría resistente a los insecticidas. Arrasaron con toda la vida vegetal que quedó en el planeta.
         —Los libros antiguos —ha dicho Aurom—, hablan de otro experimento que se estaba llevando a cabo en la misma Universidad. Por medio de este se abrió un portal.
              —¿Un portal?
           —Una puerta que comunica tiempos y espacios distintos. En aquel lugar del campus, justamente en pocas horas se abrirá. Eres nuestra oportunidad, tienes que escapar y dirigirte al lugar indicado.
                —¿Qué tengo que ver yo en todo esto? —Has preguntado con inquietud.

              —La tierra esta desolada. Vivimos en la Gran Colmena como esclavos, y todos somos obreros de la gran abeja que conforman el Tribunio de los Fracos ¿es ese el futuro que buscas? Los recursos escasean y pronto seremos exterminados. Tú eres la única oportunidad de salvar ambas razas.  Tú eres el hijo de Eulom.


Continuará...


KALEIDOSCOPIO (En los bordes de la ciencia)

Este es un relato algo más largo por eso lo pondré en varias entradas. Esta vez me he atrevido con la ciencia ficción, espero que os guste.

PARTE I
Año 2016
(A)
            Si a vista de  Dron, volásemos por el Campus de Teatinos, nuestro objetivo se centraría en el edificio del Jardín Botánico.
            Desde esta altura, por control remoto, podríamos afinar el objetivo de la cámara que lleva incorporada para ver, con nitidez precisa, que la actividad en el Campus está impregnada de la más absoluta normalidad. El metro pasa, como todos los días, puntual cada seis minutos y los alumnos se dirigen a sus clases. Son las ocho treinta y cinco de la mañana.
            Nos deslizamos, invisibles a través del aire, en el edificio del  Jardín Botánico hasta llegar a una puerta que permanece cerrada desde dentro. Es un laboratorio, donde un importante experimento se lleva realizando desde hace unos años.
            Un proyecto que recibió una beca de la fundación de Bill Gates para generar plantas resistentes a la mosca blanca: Modificando el ADN de las moscas, evitando su reproducción,  acabarían con este problema en aquellas plantaciones afectadas por esta plaga. Si esto no funcionaba, intentarían lo mismo con las plantas; controlarlas genéricamente para hacerlas resistentes. 
            En este momento, nuestro objetivo se ha reducido lo bastante como para atravesar la cerradura  del laboratorio anexo al principal y observar la escena que discurre dentro de este.
            Presentes dentro de él se hayan; el jefe de laboratorio, que también lo es del proyecto, y su ayudante. 
             Son los dos únicos Fracos de un equipo de ocho personas. Realizan una investigación  propia, secreta y en paralelo, a la del proyecto becado. 

              —Este es el noveno intento y se nos acaba el tiempo —Ha dicho el jefe. Su nombre; Adolfo.
           —Parece que esta vez las larvas se han desarrollado. ¿Podremos hacerlo? —comenta Darío.
            —Acaso dudas.
             Adolfo lo ha mirado con desprecio. Darío, el ayudante, sabe que odia la debilidad, y debilidad ha sido esa pregunta estúpida.
            —No…No, claro que no.
            Tras hacer unas pruebas con unas cuantas larvas, Adolfo ha sonreído con satisfacción.
           —Tienen carga vírica y es intracelular. Esperaremos a que sean moscas. Esta vez, seguro que lo hemos conseguido.


Continuará...