Hola, estos son unos versos que he escrito para leerlos luego en el club de Lectura. Me hacía mucha ilusión. El tema era "Besos".

BESOS

Besos de celos
cubiertos de hiel.
Besos de Judas
y lágrimas de cocodrilo.
Mi niña,
no te quisieron bien.
Olvida sus besos,
cura las heridas del alma,
borra sus huella en tu piel.
Mi niña,
que el tiempo lo diluya todo.
Sus ojos, su pelo, los besos…
la imagen de todo su ser.
Que tu pensamiento
lo crea mentira.
Que tus sentimientos
no sientan por él
Borra mi niña sus besos,
porque él;  ya se fue. ©

Resurrección de sentidos muertos,
amanecer de una gloria olvidada.
Deseo recuperado de una ilusión desaparecida. (O perdida)
Reverberancia de la memoria…
¿Qué me has hecho?
¿Será el embrujo de un beso hechizado?
De sentimientos sentidos.
Mi cuerpo abrigado
de tus brazos;
late y palpita
con sigilo mágico.
La interrogación con cuidado
destapa el contacto
¿qué me has hecho?
¿será el embrujo de un beso hechizado? ©

Cierra los ojos,
Ciérralos flojito
Como si durmieras
Un sueño lindo.
Deja que acaricie
El nacimiento de tu pelo,
Que perfile con mis dedos
El suave desnivel de tus labios bellos.
Suspira conmigo tus cielos,
Retazos de anhelos cumplidos.
Deja que bese tu boca,
Que traspase el misterio.
Que busque en el origen
el secreto inalienable de lo cóncavo y convexo.
Deja que todo comience,
con un beso. ©

ES MAGIA



                                         Aquella noche la notó extraña. Comió compulsivamente la tapa de ensaladilla rusa y tragó dos cervezas como si fuera un cantinero de la más baja estofa. Después, cuando él fue a cogerle la mano, ella la retiró. Sin mirarlo a los ojos le dijo que había conocido a alguien y que lo suyo o aquello que fuese que tuviesen había terminado.
Permaneció sentado con la mirada puesta en el vacío de la silla que ella había dejado. Las palabras de ella en su mente se hicieron letanía. Solo reaccionó cuando el camarero le preguntó que si quería la cuenta.
Salió del bar al paseo marítimo y caminó un rato. Se sentó en el bordillo frente al mar y miró a la estatua de la diosa Noctiluca, sin querer se le escapó un porqué…
Un torbellino de aire como el terral lo envolvió en un abrazo cálido. La arena acompañó a la brisa y giró a su alrededor forjando un muro infranqueable. Una nebulosa de brillos plateados surgió del mar y la diosa hecha mujer bajó de su pedestal. Se aproximó y lo besó en la boca. Sus cuerpos desnudos se acariciaron. Abrazos de suspiros acompasados conectaron lo mágico con lo humano y el sortilegio acabó en hecho.

Despertó con el amanecer, abrazado a los pies de la estatua.

MODERNIDADES


No quise mentirme; sospechaba desde hacía tiempo. Llámale instinto o sabiduría inconsciente. Lo único que sé; es que cuando vi otro nombre con mi dirección en el ramo de rosas que Nico me envía todos los años por el día de los enamorados, me quedé intranquila. Algo más alarmada me puse cuando le pregunté que quien creía él que podía ser esa mujer y me advirtió, que en un día tan señalado, no era de extrañar que se hubieran equivocado en la floristería; -El ramo al menos te llegó-. La respuesta hubiese sido correcta y por supuesto no hubiese despertado en mí ningún recelo si aquel imperceptible tic del parpado derecho, el que le surge y le delata en situaciones complicadas, no hubiese aparecido. Aquello olía a chamusquina.

Aunque lo cierto, es que cuando aquella mujer apareció tras la puerta después de llamar, no me extrañé. Parecía como si todo mi yo se hubiese preparado para este momento.
—¿Eres Margarita? —Preguntó.
—Tú debes ser Ángela. — Confirmé.
Nos miramos y nos reconocimos cada una en la otra.
Después de una tensa conversación, en la que cada una ha satisfecho la curiosidad recíproca; la morbosa y la que no. Nos hemos quedado en silencio.
—¿Quieres una cerveza? —le he preguntado.
—Vale.
He pensado que somos tan opuestas en unas cosas pero tan idénticas en otras que nos complementamos.
Entre cerveza y cerveza  hemos seguido hablando; ya no de Nico.  Por un momento nos hemos mirado y nos ha entrado la risa; una de las dos ha soltado un ¡pobre Nico!
Y sí; tiene que ser duro para él tener que elegir entre una de nosotras. Esto último lo he tenido que decir en voz alta porque ella me ha respondido que no tendría por qué hacerlo.
—¿Nos vemos mañana? —ha preguntado al marcharse.
—Claro.
Después de intercambiar los teléfonos hemos quedado en llamarnos. ©