ACLARAR LOS CONCEPTOS

                     Alicia preparaba el desayuno. Todas las mañanas sacaba el molinillo y molía el café, le gustaba e intentaba dejarlo como si fuese polvo, "así no pierde aroma", solía decir mientras preparaba las tostadas y ponía la leche a calentar. 
                  Después ponía la mesa, "es mejor empezar el día con mantel de tela",  y en cierta forma llevaba razón.Más tarde aparecería Luis, su marido, se sentaría en la mesa y verían las noticias.
—Anoche no te oí.—Dijo Alicia cuando lo vio aparecer recién levantado, con la barba incipiente y el batín abierto. Se rascaba la cabeza como si intentase recordar algo importante.
—Ya...  Estuvimos trabajando hasta tarde y no quise despertarte. Respondió cogiendo una taza de la estántería.
—Muy considerado. —Repuso Alicia entre dientes, mientras giraba la cabeza hacia la tostadora que con un "clac" avisaba de que el pan ya estaba listo.
—¿Decías?
—No nada. Que  agradezco tu amabilidad.—Respondió irónica.
—¿Estas enfadada?—preguntó él depositando la taza en el mantel.
—No.—Le contestó Alicia, recolocando  la taza en el plato—. No, solo estoy desencantada.
—Estas enfadada y es temprano —indicó señalando el reloj de la cocina—, no quiero llegar tarde a la oficina, así que luego hablamos, cuando se te haya pasado.
—Claro, que fácil. Tú defines mis sentimientos. Tú dispones cuando hablamos y cuando se me habrá pasado el hipotético enfado. No escuchas. Nunca has sabido escuchar y hoy te digo que no estoy enfadada, solo desencantada  ¿no entiendes la diferencia entre desencantada y enfadada? Yo te lo explicaré. Mira que suerte tienes, hoy, tan temprano, y ya vas a aprender algo. Mira. y cogió una caja de zapatos que había en una silla y la puso en la mesa.
—No me digas que esto es por unos zapatos. —Dijo Luis.  
—Oh vamos, al final sí que me vas a enfadar. Tienes horchata en las venas o quizás ni eso. Haz el favor de mirar dentro.
Cogió la caja de zapatos, no sabía si, sonreír y abrirla como si nada, o huir y salir corriendo con cualquier excusa, pero esto no le pareció lo óptimo tal y como estaban las cosas.  Con tiento, como el niño que espera un regalo o quizás una sorpresa, desplazaba la mirada de la caja a su mujer en espera de alguna reacción por parte de esta. Despacio la abrió y descubrió que no había  nada.
—¿Ves? —Repuso Alicia— Ahora estas desencantado. Esperabas algo, posiblemente algo malo, pues crees que estoy enfadada. Si fuese tu cumpleaños esperarías algo bueno, pero aun así, al estar la caja vacía te encuentras desencantado o lo que es lo mismo defraudado. Ahora tráela. 
Se la quitó de las manos. A continuación la tiró al suelo y la pisoteó.
—Esto es estar enfadada ¿lo entiendes? —A lo que añadió— Quiero el divorcio.©