EN BLANCO


              Mela, sentada con las manos sobre los reposabrazos del sillón de directiva, miraba con frialdad mientras confirmaba cómo el eco de sus palabras acababan de martillear los oídos de Inés.
            Toleró unos minutos de silencio que se deslizaron a través de las estanterías repletas de libros que hablaban sobre técnicas de recursos humanos y protección laboral. También sobre los apliques de la pared que alumbraban el cuadro de Alfonso Albacete.
            Mientras miraba a Inés y veía como se empequeñecía, la emoción de sentirse en una cima dorada la colmaba de felicidad. No podía evitarlo. Cada vez que despedía a un empleado, sentía ese regusto al que se hizo adicta desde que la subieron de puesto y la hicieron jefa del departamento de RRHH. Cierto es que atendió e incluso colaboró amigablemente con el experto en outplacement que la asesoró en como debía actuar ante el recorte de personal así mismo, supo fingir una falsa empatía hacia las personas que iba a despedir con una exquisita maestría.
            Sabía que los empleados de la empresa y los propios compañeros de otros departamentos, la llamaban la hiena, pero esto en vez de enfurecerla, la alegraba.
            Inés movió sus labios con una extraña mueca.
            ─No entiendo porque me despides dijo sabes que trabajo bien. Siempre he llevado tus asuntos con discreción y te he resuelto muchas situaciones difíciles, incluso… embarazosas.
            Mela sonrió.
           -Recuerdas que firmaste un contrato ¿verdad?... si rompes la confidencialidad acabarás en la cárcel o algo peor…sabes que esta empresa no se anda con tonterías. Además, te estás poniendo patética y sabes que eso no te favorece. Ten un poquito de orgullo, solo el suficiente para que puedas marcharte con algo de dignidad.           
            Inés alzó la cabeza y la miró a los ojos.
            Creo que estás un poco confundida repuso.
        ¿yo? dijo clavando sus ojos sobre los de Inés como si fueran dos dagas ardientes yo nunca me equivoco.
            Inés sacó unos papeles de su bolso haciendo caso omiso a las palabras de Mela.
            Esta vez sí respondió, los colocó con delicadeza en la mesa Nunca  firmé. ©

 *Alfonso Albacete; Pintor Malagueño, nacido en Antequera en 1950.





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