KALEIDOSCOPIO (En los bordes de la ciencia)

Este es un relato algo más largo por eso lo pondré en varias entradas. Esta vez me he atrevido con la ciencia ficción, espero que os guste.

PARTE I
Año 2016
(A)
            Si a vista de  Dron, volásemos por el Campus de Teatinos, nuestro objetivo se centraría en el edificio del Jardín Botánico.
            Desde esta altura, por control remoto, podríamos afinar el objetivo de la cámara que lleva incorporada para ver, con nitidez precisa, que la actividad en el Campus está impregnada de la más absoluta normalidad. El metro pasa, como todos los días, puntual cada seis minutos y los alumnos se dirigen a sus clases. Son las ocho treinta y cinco de la mañana.
            Nos deslizamos, invisibles a través del aire, en el edificio del  Jardín Botánico hasta llegar a una puerta que permanece cerrada desde dentro. Es un laboratorio, donde un importante experimento se lleva realizando desde hace unos años.
            Un proyecto que recibió una beca de la fundación de Bill Gates para generar plantas resistentes a la mosca blanca: Modificando el ADN de las moscas, evitando su reproducción,  acabarían con este problema en aquellas plantaciones afectadas por esta plaga. Si esto no funcionaba, intentarían lo mismo con las plantas; controlarlas genéricamente para hacerlas resistentes. 
            En este momento, nuestro objetivo se ha reducido lo bastante como para atravesar la cerradura  del laboratorio anexo al principal y observar la escena que discurre dentro de este.
            Presentes dentro de él se hayan; el jefe de laboratorio, que también lo es del proyecto, y su ayudante. 
             Son los dos únicos Fracos de un equipo de ocho personas. Realizan una investigación  propia, secreta y en paralelo, a la del proyecto becado. 

              —Este es el noveno intento y se nos acaba el tiempo —Ha dicho el jefe. Su nombre; Adolfo.
           —Parece que esta vez las larvas se han desarrollado. ¿Podremos hacerlo? —comenta Darío.
            —Acaso dudas.
             Adolfo lo ha mirado con desprecio. Darío, el ayudante, sabe que odia la debilidad, y debilidad ha sido esa pregunta estúpida.
            —No…No, claro que no.
            Tras hacer unas pruebas con unas cuantas larvas, Adolfo ha sonreído con satisfacción.
           —Tienen carga vírica y es intracelular. Esperaremos a que sean moscas. Esta vez, seguro que lo hemos conseguido.


Continuará...




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