El símbolo
“esquematológico” del endurecimiento subversivo de la moneda, la atrajo como
nexo cautivador de su más preciado don.
No habría
habido endurecimiento más prodigo que
la interrogación tautológica del supuesto real de una ficción creída, y del
abatimiento esquemático de un terrón de azúcar moreno.
La maquinaria
de lento comienzo en estrategia consolidada, rindió culto al endiosamiento
monetario de la región, confiscando los errores enemistados del gran
capitalista. Despechado del círculo, en enema lisonjero, con fabulas clandestinas salió despedido en
tiaras de absurdo despojo, después de exprimirle hasta las primeras gotas del humor
vehemente que largamente lo habían lapidado en lustros protegidos.